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Apagón en España: una señal inaudita entre especulaciones y mentiras

Casi todo sobre lo que inicialmente fue difundido por los medios de comunicación, se encontró falso o distorsionado con el resultado de generar tal confusión

Opinión01/05/2025RedacciónRedacción
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Apagón en España

Italia - Giorgio Ferrari

Como en cualquier caso insólito y de cierta importancia, el apagón español del pasado lunes 28 de abril también fue víctima del desbordamiento y (ahora) de la comunicación masiva incontrolable.

Casi todo sobre lo que inicialmente fue difundido por los medios de comunicación, se encontró falso o distorsionado con el resultado de generar tal confusión que la conducta real de los hechos – cuando y si se comprueba – habrá perdido toda relevancia. Pero vamos en el orden.

En primer lugar, el apagón no fue total como ocurrió en Italia en 2003, cuando todas las plantas de generación fueron desconectadas de la red y tuvieron que reiniciarlas una a una. Prueba de ello es que la restauración de la red española se produjo en un tiempo significativamente inferior al que se produjo en Italia en 2003.

En cuanto a las causas, se ha hablado de fenómenos meteorológicos extremos inexistentes, de pérdida de poder por parte de Francia (específicamente de una gran central nuclear), de inestabilidad de la red europea en la que España (dada su posición geográfica) no sería estable, un ataque cibernético llevado a cabo por los inevitables hackers rusos.

Dejando a un lado los engaños del ciberataque y los eventos meteorológicos, es bueno desmitificar la idea que se extiende de la red eléctrica europea. Aunque representa un sistema muy extenso e integrado de transmisión de electricidad, las bolsas de energía que realmente se producen entre los distintos países europeos son un pequeño porcentaje de la energía total producida en Europa, por lo que es absolutamente engañoso hacer creer que, si hay un apagón en un país, el país vecino (no decir toda Europa) funciona como una energía de reserva sólo porque hay una línea de interconexión.

En primer lugar, hay un límite tecnológico que no se puede superar: cada línea de potencia puede soportar una cierta carga para la que el intercambio entre dos países está determinado por el número de interconexiones y éstas no son tantas como se piensa por una razón de seguridad.

De hecho, una red eléctrica consiste en lo que se entiende por míceers que tiene el doble propósito de distribuir la carga de la red de manera equilibrada y garantizar que, en caso de un fallo local, no se vea comprometida toda la red, aislando la parte del territorio afectada por la falla. Esto es lo que sucede en caso de apagones locales cuando en una porción del territorio falta la luz mientras que en el resto del país todo funciona regularmente. Ampliando este concepto a toda la red europea, está claro que una interconexión total entre países (es decir, con muchas líneas de interconexión) sería un enorme factor de riesgo, ya que un apagón como el español podría haber causado efectos de onda mucho más graves que los que se produjeron en Portugal y Francia.

En esencia, el criterio fundamental es que cada país debe tener una red eléctrica autosuficiente y capaz de hacer frente a cualquier condición, incluida la de la start-up negra, o la necesidad de iniciar el sistema con todos los sistemas desconectados de la red, sin insumos externos de energía.

Así que, de qué sirve una red eléctrica europea? Sin perjuicio de los intercambios normales de energía entre países que tienen lugar durante las 24 horas y que afectan a las respectivas zonas vecinas, no hay transferencia de energía para grandes distancias, porque las pérdidas de presión debidas al transporte serían insostenibles con líneas eléctricas normales en la corriente alterna.

La ventaja más obvia de la interconexión europea radica en la mayor estabilización de la tensión y la frecuencia: en la red europea el cambio máximo admisible en frecuencia es del 1% (50 Hertz 0,5) y del 10% para la tensión (220 V 22) para tiempos demarcados.

Entre las causas del apagón español (en sistemas complejos es correcto hablar de múltiples causas) sin duda se entiende una oscilación fuera de estándar de la frecuencia de red. Vamos a ver por qué.

Consultando los datos de Red eléctrica de España (gerente de red), el estado de la red eléctrica española a las 12.30 horas del 28 de abril (3 minutos antes del apagón) fue, sintéticamente, el siguiente:

Potencia entregada: 33.847 MW de los cuales 26.758 (79%) de fuentes renovables y 7.084 (21%) de fuentes no renovables.

A las 12.35 se produjo la situación: de los 13.786 MW disponibles, 12.652 Mw (92%) procedían de fuentes renovables y 1161 Mw (8%) de fuentes no renovables, mientras que a las 13.40, cuando se alcanzó el nivel más bajo, la energía disponible fue de 9516 MW, de los cuales 8676 mil millones procedían de fuentes renovables y sólo 840 Mw de fuentes no renovables: en la práctica una central combinada de gas de 326.

Por lo tanto, la potencia disponible se había reducido en más de dos tercios, pero no cancelada, lo que permitió el reinicio de toda la red en unas 20 horas.

El desarrollo de este evento estuvo fuera de servicio en cuestión de segundos, unos 15.000 MW de potencia disponible, de los cuales cerca del 80% de los ciclos combinados, el 60% de la fotovoltaica solar y cerca del 25% de la eólica y la hidroeléctrica.

En la práctica, ha pasado de una configuración de la red en la que el 79% de la energía suministrada dependía de fuentes renovables frente al 21% de fuentes no renovables, a una configuración aún más desequilibrada: 92% a partir de fuentes renovables y 8% de fuentes no renovables.

Entendiéndose, este aspecto debe tener en cuenta las características intrínsecas de la tecnología utilizada para producir energía a partir de fuentes renovables y no renovables.

Con la exclusión de la energía hidroeléctrica, las fuentes renovables no producen electricidad en corriente alterna, sino en corriente directa que, para abastecerse en la red, deben transformarse en corriente alterna a través de un inversor. Las fuentes no renovables y la hidroeléctrica, por otro lado, además de producir energía corriente alterna y determinar la frecuencia de la red, tienen masas giratorias considerables (turbinas de generación) cuya inercia constituye una gran reserva de energía que, en caso de desprendimiento repentino de un sistema de generación, permite, dentro de ciertos límites, gestionar la emergencia con relativa tranquilidad.

Cuantas más rotas estén presentes en una red, mayor es su fiabilidad en términos de estabilidad de frecuencia que es el parámetro crítico con el que es necesario afrontar ya que, como se mencionó, se supera una oscilación de sólo 0,5 Hertz, que desencadenan automáticamente las protecciones de red que comienzan a separar selectivamente tanto los servicios públicos como otras plantas generadoras.

En el caso español, si se confirma que es cierto que se han producido inconvenientes en algunos sistemas de generación solar, la baja presencia en la red de máquinas rotativas (reserva de potencia de la triprina) no ha sido capaz de compensar la repentina demanda de carga que ha actuado sobre estas máquinas como un acelerador de carrera, lo que ha provocado que aumenten instantáneamente el número de revoluciones por minuto, hasta que se ha activado el interruptor de red de frecuencia para la oscilación máxima de frecuencia o la del motor.

De hecho, hay técnicas de gestión innovadoras llamadas FFR (Fast Frequenci Response, es decir, respuesta rápida a las variaciones de frecuencia) que pueden compensar la función dada por la inercia de las máquinas giratorias anticipando un posible transitorio de frecuencia que podría degenerar, pero como le ocurrió a la ERCOT que gestiona la red eléctrica de Texas compuesta por un 55% de fuentes renovables, el margen de sensibilidad a las variaciones de frecuencia se ha restringido tanto como para dar lugar a señales espurias que generan interrupciones innecesarias.

No cabe duda de que, entre los avances (reales) obtenidos en el campo de los sistemas complejos y las evocadoras descripciones de las redes inteligentes (redes inteligentes), aún no se ha resuelto el problema de cómo gestionar de forma segura una red eléctrica alimentada total o principalmente de fuentes renovables.

No es por capricho o preconceptos ideológicos hacia las renovables (como he escrito repetidamente) que Terna (gerente de la red eléctrica italiana) escribe en sus relaciones que una potencia turbogeneradora de 40.000 MW al menos hasta 2030 debe mantenerse.

Esto no significa, como escriben los adversarios de las renovables sobre el caso español, que es culpa de la solar, pero tampoco se puede pretender que el problema, aquí y ahora, no existe o que se resolverá con las magníficas capacidades del capitalismo, si y cuando sea apropiado tratarlo.

El apagón español debe ser tomado por lo que es: una advertencia para todos aquellos que acríticamente han abrazado esta transición energética, creyendo que para resolver el problema del cambio climático es suficiente con sustituir los combustibles fósiles por otros renovables, y luego tener que descubrir que, en el camino de la producción capitalista, cada innovación trae consigo nuevas y más complicadas contradicciones.

 

Giorgio Ferrari Giorgio Ferrari, classe 1944, si diploma perito in Energia Nucleare all’Istituto Enrico Fermi di Roma, l’unica scuola esistente allora in Italia in questa disciplina. Dopo una prima esperienza presso la Senn (Società elettronucleare nazionale) che aveva da poco ultimato la costruzione della centrale nucleare del Garigliano, passa al CRN come assistente ricercatore sulla nave oceanografica Bannock e poi presso l’Infam (Istituto di fisica dell’atmosfera e meteorologia). Nel 1967 entra all’Enel, settore nucleare e si dedica principalmente alla progettazione dei noccioli e del combustibile nucleare di cui diviene responsabile del controllo di fabbricazione per tutte le centrali dell’Enel, mansione che manterrà fino al 1987 quando, dopo l’incidente di Chernobyl, fece obiezione di coscienza. Successivamente ha svolto altri impieghi nel settore esteri dell’Enel in diversi paesi dell’America Latina , medio ed estremo oriente. Nel 1972 entra a far parte del Comitato Politico Enel, organizzazione di base che proprio in quegli anni inizia a sviluppare una critica del modello energetico dominante e, in particolare, all’energia nucleare sostenendo e promuovendo le lotte del movimento antinucleare. Stretto collaboratore di Dario Paccino, riedita insieme a lui la rivista “rossovivo” e, nel 1977, è tra i fondatori di “Radio Ondarossa”, con la quale collabora tutt’ora. Insieme a Dario Paccino ha scritto “La teppa all’assalto del cielo” i 72 giorni della Comune di Parigi, Edizioni libri del No. Con Angelo Baracca ha scritto “SCRAM: la fine del nucleare” edito da jaca Book -2011. Scrive sul manifesto ed altre riviste di ecologia ed è consulente scientifico di Isde.

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