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Epidemia de codicia arrasa con la economía mundial

Mientras la codicia se pasea alegremente por el siglo XXI, uno tiene que preguntarse: ¿estamos realmente condenados a ser esclavos de esos seres enfermos que tratan de engañarnos con palabritas como que el trabajo dignifica al hombre?

Salud y Educación16/09/2024RedacciónRedacción
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La codicia te esclaviza el alma

Apenas me levanto esta mañana, estoy tomando mi café en la cocina, antes de irme a trabajar, miro los diarios: El sector turismo ha ingresado caso 2000 millones, sólo con el turismo internacional, sólo en el mes de agosto .... ¡Ahí queda eso! ..... Lo bueno que tiene todo esto de aguantar el turismo es que gracias a ello,  la gente, los españoles viviremos mejor, nuestros barrios estarán más limpios, los sueldos pegarán un subidón, se acabará el problema de la vivienda, etc.

La codicia, esa enfermedad degenerativa que no figura en los manuales de medicina pero que parece infectar el tejido social con una eficacia digna de estudio. No, no encontrarás la codicia en la lista de enfermedades degenerativas más comunes que afectan al sistema nervioso y muscular, ni tampoco entre las patologías que se detallan en los informes de salud global. Sin embargo, si la codicia fuera una enfermedad degenerativa, ¿no sería acaso la más irónica de todas?

Imaginemos por un momento que la codicia se pudiera diagnosticar con un simple análisis de sangre o una resonancia magnética. Los titulares de los periódicos gritarían: "¡Epidemia de codicia arrasa con la economía mundial!", y los laboratorios farmacéuticos se apresurarían a desarrollar la vacuna más rentable de la historia, mientras los economistas debaten si es realmente una enfermedad o simplemente un efecto secundario del capitalismo.

Pero, volviendo a la realidad, las enfermedades degenerativas son aquellas que implican un deterioro progresivo de las funciones de los órganos o tejidos, y aunque la codicia no cause la muerte de células neuronales o la degeneración de las articulaciones (que se sepa), ciertamente puede corroer los principios morales y éticos de las personas. No es una enfermedad que se pueda prevenir con una dieta equilibrada o ejercicio regular, sino con una dosis saludable de empatía y autocrítica. 

Las enfermedades degenerativas, como la artritis o la demencia, tienen un impacto devastador en la calidad de vida de millones de personas y representan un desafío significativo para los sistemas de salud. Mientras tanto, la codicia, esa "enfermedad" deshumanizante que poco a poco te va comiendo el alma, sigue propagándose sin que haya una cura a la vista, alimentada por sistemas que premian la acumulación de riqueza pasando por encima del ser humano.

En un giro irónico, si la codicia fuera tratada como una enfermedad degenerativa, quizás se le prestaría la atención que merece. Se invertiría en investigación y prevención, se educaría a la población sobre sus riesgos y se buscarían tratamientos efectivos. Pero, por ahora, la codicia sigue siendo una condición humana no catalogada, una enfermedad del alma que no figura en los registros médicos, pero que sin duda necesita de nuestra atención y reflexión.

Así que, mientras los científicos y médicos trabajan incansablemente para encontrar curas para las enfermedades degenerativas que sí conocemos, tal vez deberíamos también buscar una cura para la codicia, esa enfermedad degenerativa del espíritu que parece afectarnos a todos en algún grado. Después de todo, una sociedad que prospera no es aquella que acumula más, sino la que distribuye mejor. Y en esa distribución, la codicia no tiene cabida. ¿O sí?

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