La directora de la Unidad Avanzada de Neurorrehabilitación del Hospital Los Madroños, Natacha León, ha señalado que utilizar la regla FAST (Cara, Brazos, Lenguaje, Tiempo, por sus siglas en inglés) puede resultar útil para reconocer los signos más comunes asociados a la parálisis facial como resultado de un ictus.
Esta regla hace referencia a algunos de los síntomas más comunes del ictus, que suele provocar en la cara una desviación súbita de la comisura bucal, con babeo asociado y alteración de la articulación, modificación de la simetría facial y que puede asociar un párpado caído. Asimismo, puede dejarse de sentir o mover el brazo de manera completa o parcial y pueden aparecer problemas en el lenguaje.
"Sin embargo, la sintomatología de un ictus puede ser mucho más variada y en ocasiones bastante difícil de detectar, por lo que es importante estar atentos a otros síntomas", ha matizado León. Además, la detección precoz de estos síntomas es fundamental para poder acudir cuanto antes a los servicios de salud y, de este modo, disminuir las secuelas que impactan directamente en la calidad de vida de las personas.
Por ello, con motivo del Día Mundial del Ictus, León ha indicado otros síntomas ante los que debe despertarse la alerta. Entre ellos, uno de los síntomas más reconocibles es la pérdida de fuerza súbita en las extremidades, generalmente afectando tanto a brazo como pierna de un mismo lado del cuerpo y en diferente grado, desde completa hasta leve.
También es frecuente que la persona sienta calambres, hormigueos o completa ausencia de sensibilidad en parte o totalidad de hemicuerpo y cara, así como alteraciones de la consciencial, que incluyen desde una desorientación repentina hasta somnolencia repentina o incluso falta de respuesta. La disfagia y las alteraciones cognitivas, como modificar el curso de una conversación con un tema no relacionado, son a su vez signos que pueden ser consecuencia de estar sufriendo un ictus.
En una situación de este tipo son también comunes la aparición súbita de dolor de cabeza intenso; las alteraciones visuales, como ceguera total o parcial o aparición de centelleos, y auditivas; así como la incontinencia urinaria y/o fecal como consecuencia de una relajación de esfínteres.