
Los objetivos de esta ofensiva estadounidense fueron los mismos que Israel había intentado neutralizar, pero con una capacidad de penetración superior
Los objetivos de esta ofensiva estadounidense fueron los mismos que Israel había intentado neutralizar, pero con una capacidad de penetración superior
Actualidad23/06/2025Montreal, Canadá -
Un trueno geopolítico ha resonado en el planeta. En las primeras horas del domingo 22 de junio de 2025, Estados Unidos, bajo la dirección del Presidente Donald J. Trump, ha ejecutado una serie de bombardeos de precisión sobre tres instalaciones nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz y Esfahán. Esta acción, que sigue a una semana de intensos ataques israelíes y se produce sin la aprobación explícita del Congreso estadounidense, marca una escalada sin precedentes que redefine las reglas de juego en Oriente Medio y desafía abiertamente el orden jurídico internacional. La pregunta es rotunda: ¿tuvo permiso del Congreso? ¿Se saltó las leyes y la Constitución? La respuesta corta es no y sí.
La decisión unilateral de Trump: ¿Un acto fuera de la ley?
La Constitución de los Estados Unidos otorga al Congreso el poder exclusivo de declarar la guerra. Sin embargo, la historia estadounidense está plagada de ejemplos de presidentes que han ordenado acciones militares sin una declaración formal de guerra, amparándose en resoluciones previas, autorizaciones para el uso de la fuerza (AUMF, por sus siglas en inglés) o la necesidad de proteger intereses vitales estadounidenses.
En el caso del bombardeo de Irán, la situación es particularmente controvertida. Donald J. Trump, no solicitó ni obtuvo una declaración de guerra formal del Congreso para esta operación. Tampoco parece haberse amparado en una AUMF preexistente para combatir organizaciones terroristas, ya que el objetivo declarado fueron instalaciones nucleares de un Estado soberano.
Fuentes del Wall Street Journal y Associated Press (AP) han señalado que el ataque fue autorizado directamente por el propio Presidente Trump como una operación extraconstitucional vinculada a una «Doctrina de Defensa Preventiva». Esta doctrina, popularizada durante la administración de George W. Bush, argumenta que Estados Unidos tiene el derecho de actuar militarmente de forma preventiva contra amenazas inminentes, incluso si esas amenazas no han cristalizado en un ataque directo contra el territorio o los intereses estadounidenses. Sin embargo, la legalidad de tal doctrina sin el respaldo del derecho internacional o de una autorización del poder legislativo es altamente cuestionable.
Al ejecutar estos bombardeos sin el consentimiento del Congreso, la administración Trump se ha saltado, de facto, las prerrogativas constitucionales del poder legislativo en materia de guerra. Esto ha provocado una inmediata y airada reacción por parte de los demócratas, quienes han denunciado una violación del derecho internacional y han exigido una sesión de emergencia en el Congreso para debatir la legalidad y las implicaciones de esta decisión unilateral.
La implicación es clara: el Presidente Trump actuó fuera del marco legal establecido por la Constitución de los Estados Unidos para la iniciación de hostilidades a esta escala, bajo el supuesto inverosímil de estar priorizando su visión de la seguridad nacional por encima del balance de poderes, cuando sabe el mundo entero la enorme presión que ejerció sobre él el eje sionista mundial, especialmente desde Israel y dentro del mismo Estados Unidos de Norteamérica.
I. Operación ‘Rising Lion’: La ofensiva coordenada que sacudió a Irán
La chispa de la escalada se encendió el 13 de junio de 2025, cuando Israel lanzó la Operación «Rising Lion». Esta ofensiva aérea de precisión israelí se dirigió contra instalaciones nucleares y militares clave en Irán, en respuesta a lo que Tel Aviv calificó como un avance inaceptable en el programa nuclear de Teherán. Los ataques iniciales de la Fuerza Aérea Israelí (IAF, por sus siglas en inglés) tuvieron como objetivos Natanz, Esfahán y otras dependencias críticas, buscando degradar la capacidad iraní, pero claramente también buscaron blancos civiles humanos y estructurales, amenazando explícitamente con ka intención de debilitar o tumbar al gobierno Iraní.
El 20 de junio de 2025, informes detallaron que más de cincuenta aeronaves israelíes habían logrado dañar la producción de centrifugadoras en Esfahán.
Sin embargo, la fortificada planta subterránea de Fordow, ubicada al norte de Qom y a profundidades entre 60 y 80 metros bajo roca, permanecía inalcanzable para las capacidades convencionales israelíes.
Pero el domingo 22 de junio de 2025 marcó el punto de no retorno. A las 2:30 a.m. (hora local iraní), Estados Unidos intervino directamente con una serie de ataques concentrados. Bombarderos furtivos B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF, por sus siglas en inglés), que habían despegado desde bases remotas como la Base Aérea de Diego García en el Océano Índico y posiblemente Guam en el Pacífico, emplearon sus devastadoras bombas penetradoras GBU-57A/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), de 13 toneladas, diseñadas específicamente para destruir búnkeres subterráneos.
Los objetivos de esta ofensiva estadounidense fueron los mismos que Israel había intentado neutralizar, pero con una capacidad de penetración superior:
* Fordow Fuel Enrichment Plant (FFEP): La planta subterránea de enriquecimiento de uranio, un objetivo de máxima prioridad debido a su protección. Fuentes del Pentágono indicaron que la «carga completa de bombas MOP» fue lanzada sobre este sitio primario, con la intención de su destrucción.
* Natanz Uranium Enrichment Facility (UFIP): El centro principal de enriquecimiento de uranio de Irán, un objetivo recurrente en las operaciones de inteligencia y sabotaje.
* Instalación de Conversión Nuclear en Esfahán (Isfahan): Un complejo industrial militar que incluye una planta química nuclear, clave para el procesamiento de uranio.
La operación estadounidense se completó en un lapso estimado de 25 a 30 minutos por objetivo, con los bombarderos reportando haber salido del espacio aéreo iraní sin encontrar interferencias ni sufrir bajas, según confirmaciones oficiales de Washington y reportes de agencias internacionales como Associated Press y The Wall Street Journal.
II. La sinergia militar: Israel y EE. UU. en coordinación estratégica
La capacidad de Israel para alcanzar objetivos tan profundamente enterrados como Fordow siempre ha sido un punto débil en su arsenal convencional. Las municiones de las que dispone la Fuerza Aérea Israelí (IAF) no están diseñadas para penetrar estructuras a 60 u 80 metros bajo tierra. Los ataques aéreos israelíes previos a la intervención estadounidense, aunque precisos y efectivos contra objetivos de superficie y sistemas de defensa aérea, no podían neutralizar los núcleos más protegidos.
La intervención de Estados Unidos, con el despliegue de las GBU-57 MOP, resultó ser el factor decisivo. Estas bombas, con su diseño específico para perforar múltiples capas de hormigón y roca, fueron esenciales para abrir vías y provocar daños estructurales significativos en los niveles subterráneos de Fordow.
Expertos militares y ex-asesores del Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu han reconocido públicamente que, sin la cooperación estadounidense y el uso de las MOP, el sitio de Fordow habría permanecido inaccesible para armas convencionales. Esta dependencia técnica subraya la colaboración estratégica directa entre ambas naciones en esta ofensiva, con el Presidente Trump proporcionando las autorizaciones clave para el despliegue y uso de estas bombas. El Primer Ministro Benjamin Netanyahu agradeció «la valentía de Estados Unidos» y reafirmó la «coordinación militar previa con el Pentágono», aunque negó la participación directa de Israel en los bombardeos estadounidenses específicos sobre Fordow con las MOP.
III. El daño reportado y la respuesta enérgica de Irán
Los informes de daños iniciales, parcialmente confirmados por la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA), detallan un panorama de afectación variada:
* Fordow: Sufrió daños considerables en su infraestructura superficial. Aunque la penetración confirmada en el núcleo más profundo es difícil de verificar de inmediato, evaluaciones iniciales estadounidenses, citadas por medios como The New York Times, indican que la instalación «había sido destruida» en su capacidad operativa. Hasta el momento, no se han reportado fugas radiológicas externas detectables.
* Natanz: Se observó la destrucción de subestaciones eléctricas periféricas y una posible afectación parcial a las centrifugadoras de segunda generación. Existe un riesgo químico por el material almacenado, aunque sin detección de radiación externa significativa.
* Esfahán: Edificios administrativos y de conversión fueron dañados. La infraestructura interna crítica no se ha confirmado como completamente destruida, y el riesgo de contaminación interna es elevado, pero sin impacto externo medido en la calidad del aire o el agua.
La IAEA, el organismo atómico de la ONU, ha confirmado los daños estructurales y, en un comunicado urgente, ha requerido acceso inmediato a las tres zonas afectadas para realizar una evaluación exhaustiva e independiente de los daños y la situación radiológica.
La respuesta inicial de Irán fue de una condena enérgica y amenazas de represalia. El Ministerio de Relaciones Exteriores calificó el ataque como un «acto de guerra directa» y una «violación flagrante de la soberanía y el derecho internacional». Las Fuerzas Aeroespaciales de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) se declararon en estado de máxima alerta en todo el país. El Ayatolá Ali Khamenei, Líder Supremo de Irán, advirtió sobre una «respuesta sin precedentes», mientras que el Ministerio de Defensa iraní invocó el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, que reconoce el derecho inherente a la legítima defensa individual o colectiva ante un ataque armado. Irán afirmó que la represalia llegaría «en el tiempo y lugar que defina Irán».
Simultáneamente, fuentes de inteligencia de código abierto (OSINT) reportaron lanzamientos de misiles balísticos tipo Fateh-313 hacia posiciones cercanas al Golfo Pérsico y supuestos ataques cibernéticos dirigidos a infraestructura energética israelí, aunque estos últimos aún no han sido confirmados por medios oficiales israelíes.
IV. La reacción global: un sistema internacional al borde del colapso
Las repercusiones internacionales fueron inmediatas y de gran calado, evidenciando un sistema global bajo una tensión extrema:
* Estados Unidos: El Presidente Donald J. Trump confirmó la autoría directa y completa de la operación desde su plataforma Truth Social, declarando la «misión cumplida» y haciendo un llamado casi paradójico a la «paz» tras el bombardeo. En un mensaje a la nación, su equipo afirmó: «Hemos golpeado los centros de proliferación. Ahora, el mundo debe elegir entre la paz o el colapso.»
El Departamento de Defensa no emitió un comunicado oficial al momento de la finalización de los informes iniciales, lo que sugiere una gestión de crisis centralizada y altamente controlada desde la Casa Blanca. Internamente, los Republicanos respaldaron el ataque como una «acción necesaria para la seguridad nacional», mientras que los Demócratas denunciaron vehementemente la violación del derecho internacional y la prerrogativa del Congreso, exigiendo una sesión de emergencia.
* Israel: El primer ministro Benjamin Netanyahu, agradeció la «valentía de Estados Unidos» y reafirmó la política de «no habrá tolerancia ante amenazas nucleares» de Irán. Israel elevó el nivel de alerta de su escudo de defensa aérea, incluyendo la Cúpula de Hierro y David’s Sling, al máximo, y ordenó una movilización selectiva de reservistas en la Galilea occidental, además de desplegar fuerzas navales en el Mediterráneo oriental como medida preventiva.
* China y Rusia: ambas potencias condenaron enérgicamente el ataque como una «acción ilegal unilateral» y convocaron a consultas urgentes en el Consejo de Seguridad de la ONU. En comunicados conjuntos, propusieron una resolución para detener toda acción unilateral en Irán y exigieron a Estados Unidos una «retirada inmediata de todas las fuerzas del Golfo y suspensión de toda acción ofensiva». La agencia de noticias Xinhua (China) reportó que el presidente Xi Jinping exigió a EE. UU. «respeto por la soberanía de los Estados».
* Naciones Unidas: el Secretario General António Guterres emitió una declaración contundente calificando el ataque como una «gravísima escalada sin autorización multilateral», instando a la contención. Francia y Brasil fueron los primeros en pedir una reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU, para debatir la situación.
* Europa y otros actores: Francia y Alemania se unieron al llamado por una sesión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU, expresando «profunda preocupación» por la desestabilización regional. Turquía y Qatar ofrecieron activamente actuar como mediadores en el conflicto, buscando una desescalada diplomática.
V. Irán: un Programa nuclear civil, no una amenaza atómica operativa
Es de vital importancia reiterar y comprender un hecho fundamental, a menudo oscurecido por la retórica belicista: Irán nunca ha poseído armas nucleares. Su programa nuclear, iniciado en la década de 1950 con apoyo estadounidense bajo el programa «Átomos para la Paz», ha sido objeto de una supervisión internacional constante y exhaustiva a través del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), al que Irán se adhirió en 1968 y ratificó en 1970.
A pesar de haber enriquecido uranio a niveles elevados (hasta el 60% en algunas instancias, un paso técnico significativo hacia el 90% necesario para armas pero aún muy lejano), Irán siempre ha mantenido que su programa tiene fines pacíficos: generación de energía, investigación médica y producción de radioisótopos para uso civil. La Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA), el organismo atómico de las Naciones Unidas encargado de verificar el uso pacífico de la energía nuclear, ha declarado en múltiples ocasiones –y lo hizo tan recientemente como el 20 de junio de 2025, apenas dos días antes de los bombardeos– que no ha detectado pruebas de un programa nuclear militar operativo en Irán. Las sospechas y preocupaciones de la comunidad internacional se han centrado en el potencial que tiene Irán para desarrollar un arma, dada su capacidad de enriquecimiento y su conocimiento tecnológico, no en la existencia confirmada de un arsenal atómico. La retórica iraní sobre la capacidad nuclear se ha enfocado en la «disuasión» y en la «capacidad de llegar» si fuera necesario para su defensa, pero sin cruzar el umbral de la posesión de un arma, al menos bajo la verificación de la IAEA.
VI. Israel: la capacidad nuclear opaca y la «Opción Samson»
En un marcado contraste con la situación iraní, Israel es ampliamente reconocido como una potencia nuclear de facto. Aunque mantiene una política de «ambigüedad estratégica» (nunca confirma ni niega oficialmente la posesión de armas nucleares), se estima que Tel Aviv posee entre 75 y 200 ojivas nucleares, según proyecciones de instituciones reputadas como el Natural Resources Defense Council y la Federation of American Scientists. Esta capacidad nuclear se apoya en una «triada» de lanzamiento diversificada, incluyendo misiles balísticos terrestres (como los de la serie Jericó), submarinos con capacidad para lanzar misiles de crucero con ojivas nucleares, y aeronaves diseñadas para portar bombas nucleares.
La doctrina nuclear israelí es conocida como la «Opción Samson» (Samson Option). Inspirada en la figura bíblica de Sansón, quien derribó un templo causando su propia muerte y la de sus enemigos filisteos, esta doctrina representa la estrategia de último recurso de Israel.
Contempla una represalia nuclear masiva y devastadora únicamente si la existencia misma del Estado de Israel está en riesgo inminente y existencial. En esencia, es una póliza de seguro nuclear para un escenario de «fin del mundo» para Israel, diseñada para disuadir cualquier ataque que amenace su supervivencia, no una herramienta táctica para conflictos menores o el uso en el campo de batalla.
Desde un punto de vista técnico-militar, la creación de cráteres profundos por bombas convencionales (como las GBU-57 MOP) no mejora las condiciones tácticas para un ataque nuclear. Las ojivas nucleares que se cree posee Israel no están diseñadas para penetrar roca a las profundidades necesarias para replicar el efecto de una MOP. Además, una detonación nuclear, incluso subterránea, conllevaría graves riesgos de dispersión de radiación descontrolada y acarrearía consecuencias geopolíticas catastróficas y de aislamiento para Israel. Analistas de publicaciones líderes como el Financial Times, The Guardian y Associated Press coinciden en que Israel no dispone de munición nuclear penetrante adecuada para este tipo de objetivos ni su doctrina militar actual permite un uso táctico de armas nucleares en esta fase de hostilidades.
El escenario más probable para una respuesta nuclear israelí surgiría solo en el caso de un ataque existencial directo (por ejemplo, el lanzamiento de misiles nucleares iraníes sobre territorio israelí), un escenario que, dadas las capacidades iraníes actuales –la falta de armas nucleares–, es puramente hipotético y carece de plausibilidad operativa real.
VII. Implicaciones estratégicas y la peligrosa reconfiguración del orden mundial
El bombardeo estadounidense representa una escalada de riesgo geoestratégico de magnitud incalculable, con implicaciones a corto y largo plazo:
* Riesgos Inmediatos: La respuesta directa de Irán es casi inevitable y podría materializarse a través de misiles balísticos convencionales lanzados hacia instalaciones regionales aliadas de EE. UU. o Israel (como bases en Irak o el Golán), o mediante una activación intensificada de sus proxies regionales (Hezbollah en Líbano, Hashd al-Shaabi en Irak, los Houthis en Yemen). El cierre del estratégico Estrecho de Ormuz, por donde transita aproximadamente una quinta parte del petróleo mundial, es una amenaza persistente y podría provocar un aumento descontrolado de los precios energéticos a nivel global, con severas repercusiones económicas. Aunque la probabilidad de un uso nuclear sea baja, un descontrol de la espiral de represalias podría llevar a escenarios catastróficos.
* Alineamientos Emergentes: La operación consolida un bloque operativo claro entre Estados Unidos, Israel, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, formalizando una alianza que ha estado en gestación durante años. En respuesta, el bloque Irán-Rusia-China-Siria-Hezbollah podría intensificar aún más sus coordinaciones militares y políticas, reconfigurando fundamentalmente las alianzas globales y profundizando la división geopolítica en un mundo cada vez más multipolar. El regreso del Presidente Donald J. Trump al centro del escenario global como una figura militar decisiva y, para muchos, impredecible, añade una capa de volatilidad a la ya tensa situación internacional.
VIII. Conclusiones: el Marco jurídico internacional al abismo
El ataque aéreo del 22 de junio de 2025, ejecutado por Estados Unidos sobre territorio iraní y confirmado por el presidente Donald J. Trump, marca no solo la mayor intervención militar directa de Washington en Irán en décadas, sino que también implica una flagrante violación del derecho internacional al carecer de un mandato explícito del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta acción, sumada a los ataques previos de Israel sin una autorización multilateral para una acción preventiva de tal magnitud, representa un desprecio manifiesto por las normas y principios que, con todas sus imperfecciones, han intentado regir las relaciones entre Estados desde la Segunda Guerra Mundial.
Las reglas y el marco jurídico de la humanidad se han ido al carajo con lo que hicieron Israel y el Presidente Donald J. Trump, y las razones son profundas y alarmantes:
* Violación del «Principio Fundamental del No Uso de la Fuerza y la Soberanía»:
La Carta de las Naciones Unidas, en su Artículo 2(4), prohíbe explícitamente la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado. El bombardeo de Estados Unidos sobre Irán, un Estado soberano miembro de la ONU, sin una resolución del Consejo de Seguridad que lo autorice (como en el caso de legítima defensa en respuesta a un ataque armado bajo el Artículo 51), es una clara y grave violación de este pilar fundamental del derecho internacional. La justificación de Trump basada en una «Doctrina de Defensa Preventiva» unilateral no encuentra respaldo en el derecho internacional consuetudinario ni en la Carta de la ONU, y es percibida por muchos como una excusa para la agresión.
* Menoscabo del papel del Consejo de Seguridad de la ONU:
El Consejo de Seguridad es el único órgano con la autoridad para autorizar el uso de la fuerza a nivel internacional, con el propósito primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales. Al actuar de manera unilateral y coordinada con Israel, el gobierno de los Estados Unidos ha eludido y debilitado esta institución clave. Esta acción erosiona la arquitectura de seguridad colectiva establecida para evitar conflictos a gran escala, transformando las Naciones Unidas en un foro de condena más que de control. La exigencia urgente de Irán, China, Rusia, Francia y Brasil de convocar al Consejo de Seguridad subraya esta transgresión.
* Ataque a instalaciones nucleares bajo salvaguardias de la IAEA:
Aunque se tratara de instalaciones de enriquecimiento, estas, en teoría, estaban bajo la supervisión y las salvaguardias de la IAEA. Si bien puede haber habido incumplimientos en el pasado, el camino correcto según el derecho internacional sería una denuncia ante la IAEA y el Consejo de Seguridad, no un bombardeo unilateral. El ataque a instalaciones nucleares, incluso si existen sospechas sobre su finalidad, sin un proceso legal, una determinación clara de incumplimiento verificada internacionalmente y la autorización del Consejo de Seguridad, sienta un precedente extremadamente peligroso para el régimen de no proliferación y el control de armas global. Además, el derecho internacional humanitario establece que las plantas nucleares gozan de protección especial si el ataque conlleva riesgo de liberación de material radiactivo, un riesgo siempre latente en operaciones como esta.
* Erosión de la confianza y la diplomacia internacional:
Las acciones militares unilaterales, especialmente de potencias globales, socavan la confianza mutua entre Estados y los esfuerzos diplomáticos necesarios para resolver conflictos de forma pacífica. El llamado del presidente Trump a la «paz» inmediatamente después de un bombardeo masivo es percibido por muchos como una contradicción cínica que deslegitima cualquier futuro intento de diálogo constructivo y alimenta la desconfianza global.
* Precedente para la anarquía internacional:
Al justificar una acción militar preventiva basada únicamente en la percepción de una amenaza futura, y sin rendir cuentas a un órgano supranacional o a su propio poder legislativo, se abre una peligrosa caja de Pandora.
Este tipo de precedente permite que cualquier Estado potente pueda invocar argumentos similares para atacar a otros bajo sus propios criterios, sumiendo las relaciones internacionales en una espiral de inestabilidad y conflicto donde la ley del más fuerte prevalece sobre el derecho internacional y los principios de la Carta de la ONU.
El sistema de alianzas regionales se reconfigura drásticamente, abriendo una ventana de altísimo riesgo geoestratégico, militar y humanitario. La contención de esta espiral de escalada dependerá ahora de la presión diplomática concertada de actores no alineados y de la voluntad de las potencias globales de retornar a la mesa de negociaciones. Sin embargo, el daño al marco jurídico que ha intentado, con todas sus imperfecciones, mantener la paz global y evitar la anarquía, es profundo y sus cicatrices perdurarán por décadas. La humanidad se encuentra en un momento crítico donde la primacía de la fuerza parece haber suplantado al derecho, con consecuencias impredecibles para la estabilidad y la coexistencia mundial.
Claudia Aranda
Periodista, forma parte del equipo de la Redacción Chile de Pressenza.
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