La Alpujarra almeriense se forma en ecoturismo accesible
El municipio de Alhabia, en la Alpujarra almeriense, acogerá el próximo miércoles una jornada formativa sobre la accesibilidad universal
Algunos dicen que es importante «limpiar los bosques» para evitar incendios y plagas. Sin embargo, hay algo raro en eso de «limpiar» un bosque. Como cualquier ecosistema, las arboledas no necesitan a los humanos.
Ecología y Medio ambiente 05/07/2024RedacciónPublicado el 01/07/2024 por Pepe Galindo (profesor UMA) blogsostenible
Pero hay más:
· La madera muerta puede prevenir incendios, porque aumenta la humedad y dificulta su propagación. No es «suciedad».
· Los árboles muertos y la hojarasca son el hogar de multitud de especies, por lo que son esenciales para la biodiversidad. Repitamos: no es «suciedad», sino parte de la cadena trófica.
· El 96 % de los incendios en España se deben a la acción del ser humano. La red de carreteras y caminos facilita que el criminal y el inconsciente lleguen a donde el fuego se inicia. La supuesta «suciedad» del bosque no es un factor, ni decisivo, ni tan siquiera a considerar.
· La biomasa de los bosques no puede usarse para descarbonizar la economía. No hay suficiente «suciedad» (madera) para tanta ambición. Al hacer los cálculos de carbono no se suelen tener en cuenta las emisiones de talar, procesar y transportar ingentes toneladas de material.
Por tanto, si queremos prevenir los incendios forestales, lo importante no es limpiar lo que no está sucio, sino primero educar. Segundo, asegurarse de que los culpables sean juzgados. Y tercero, evitar que nadie saque beneficio de estos siniestros. Es bien sabido que, por ejemplo en Asturias, los ganaderos (en extensivo) queman los bosques, para tener pastos para su ganado.
Con bonitas palabras, como biomasa y clareos, quieren enmascarar el negocio de talar bosques, podarlos y, luego, quemarlos en casas e industrias. Salimos perdiendo en un triple sentido: perdemos las ventajas de los árboles; contaminamos nuestros pulmones, porque quemar madera es tóxico; y agravamos la crisis climática.
En no pocas ocasiones, los bosques están en manos de ingenieros forestales con evidentes carencias científicas. Algunos de estos ingenieros titulados creen ser mejores gestores que la propia naturaleza y proponen limpiar los montes de ramas y árboles para convertirlos en combustible. Usan la palabra silvicultura, que significa «talar y podar cuando ellos lo ven conveniente».
¿A quién beneficia este tipo de gestión forestal? Veamos. España tiene 83 fábricas de pellets y alrededor de 150 centrales térmicas para producir electricidad con biomasa. En Andalucía está la mayor planta de biomasa de España (de 50MW, en Huelva). No podemos dejarnos engañar con bonitos titulares como «gestión forestal sostenible», porque lo que pretenden sostener son intereses económicos, no la biodiversidad. Utilizar solo los restos de podas no es suficiente para un negocio de pellets o de biomasa. Necesitan árboles completos y añosos.
De los creadores de «el agua de los ríos se tira al mar», ahora llega «las ramas de los árboles queman los bosques». Y como eso no lo venden, se inventan argumentos que nada tienen que ver con la conservación de las arboledas. Quemar biomasa (i.e. quemar árboles) no es bueno para los bosques y tampoco ayuda a frenar la despoblación rural (como si ello fuera algo malo). Para algunos, es un misterio que los bosques sobrevivieran durante millones de años antes de la llegada de los sabelotodo Homo ingenierus forestalis.
Un reciente artículo firmado por dos científicos desmonta el uso de la biomasa forestal para generar energía. De ahí, destacamos cuatro puntos clave:
· Quemar biomasa (leña) también libera dióxido de carbono y, por tanto, contribuye a la crisis climática, y eso sin olvidar otros componentes contaminantes y nefastos para la salud.
· La gestión forestal sostenible, incluyendo plantar árboles como negocio, está lejos de tener los beneficios de un bosque de verdad. Reforestar zonas previamente deforestadas es solo la otra cara de un negocio bastante discutible, como demuestran distintas experiencias y siniestros como el de Ateca.
· Culpar a la vegetación del fuego o de supuestas plagas es olvidar que está demostrado que la inmensa mayoría de los incendios son de origen humano y que las plagas se desarrollan mejor en ambientes simplificados (como son los cultivos de árboles) y no tanto en los bosques naturales.
· La silvicultura (i.e. deforestar) no se justifica por el empleo que genera (para los ingenieros forestales). Por supuesto, esas actividades crean empleo en un sector dañino, a la vez que frenan sectores económicos de más calidad y de mayor durabilidad: turismo sostenible, observación de la naturaleza, educación ambiental en centros de interpretación, etc.
Educación ambiental. Es la gran ausente, tanto para escolares como para políticos, en general a todos los niveles.
Asegurarse que nadie saque partido de los bosques incendiados. La madera quemada debe ser abono para los siguientes árboles; y en la zona siniestrada no debe pastar nunca el ganado. Así, se facilitar su regeneración y se frenan los incendios provocados por los propios ganaderos.
Investigar mejor para subir la tasa de condenados en los incendios juzgados.
Repensar las plantas eléctricas de biomasa. No dar nuevas concesiones ni ampliaciones, al menos sin una evaluación adecuada.
Frenar la producción de pellets, porque son leña convertida en astillas en un proceso muy ineficiente y que convierte al consumidor en dependiente de ciertas empresas. Téngase en cuenta que las estufas de pellets no pueden quemar leña tradicional.
Reducir la quema de madera cuando sea posible, en forma de leña o de pellets, especialmente si desconocemos su procedencia, o no podemos cerciorarnos de la misma.
Conservemos los bosques y dejemos que ellos se gestionen con la mínima participación humana: renaturalizar (rewilding) suele ser la alternativa más eficiente, barata y ecológica.
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