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ISGlobal informa que es la segunda cifra más elevada de los últimos diez años. El segundo lugar en muertes lo ostenta España (con más de 8,300).
Salud y Educación13/08/2024RedacciónEn Europa, las altas temperaturas cobraron la vida de más de 47.000 personas en 2023, un año con récord de calor a nivel mundial y el segundo más caluroso en Europa, resultando ser la segunda mayor causa de mortalidad vinculada al calor en la última década, siendo superada solamente por el año 2022.
Así se muestra en investigación encabezada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), establecimiento respaldado por la Fundación «la Caixa», y divulgado este lunes en la revista ‘Nature Medicine’.
Se destaca por parte del equipo de científicos que la susceptibilidad al calor en las comunidades europeas ha decrecido de forma continua a lo largo de este siglo y que, de no existir estos ajustes sociales, la cantidad de defunciones vinculadas a las altas temperaturas durante el último año habría sido un 80% superior.
La investigación replica el método empleado en una investigación anterior en «Nature Medicine», que calculaba que las altas temperaturas provocaron más de 60.000 fallecimientos durante el verano del 2022.
Registros de temperatura y mortalidad de 823 regiones de 35 países europeos entre 2015 y 2019 fueron utilizados por los investigadores para calibrar modelos epidemiológicos, y calcular la tasa de mortalidad derivada del calor en cada región europea para el año 2023.
A diferencia de la temporada veraniega de 2022, que se destacó por temperaturas extremas persistentes desde mediados de julio hasta mediados de agosto, en 2023 no se presentaron grandes desviaciones térmicas durante esos mismos períodos.
Por otro lado, dos períodos de calor intenso a mediados de julio y a finales de agosto podrían haber causado más del 57% de las muertes totales estimadas, con más de 27.000 fallecimientos.
El año pasado, en los 35 países se han estimado un total de 47.690 fallecimientos; de estos, 47.312 tuvieron lugar en el período más cálido del año (desde el 29 de mayo hasta el 1 de octubre), según los datos obtenidos.
En el sur de Europa, específicamente en Grecia (393 muertes por millón), Bulgaria (229), Italia (209), España (175), Chipre (167) y Portugal (136), se registraron las tasas de mortalidad más altas relacionadas con el calor, considerando la población.
Italia lideró en número de fallecimientos estimados (12.743), seguida por España (8.352), Alemania (6.376), Grecia (4.339), Francia (2.734) y Rumanía (2.585), en cifras totales.
Al igual que investigaciones previas, las cifras revelan una mayor fragilidad en las mujeres y los adultos de mayor edad. Considerando la demografía, la proporción de fallecimientos vinculados al calor fue un 55% superior en mujeres que en hombres, y un 768% en individuos mayores de 80 años en comparación con los de 65 a 79 años.
Se señala en el análisis que estos números quizás minimicen el verdadero impacto mortal atribuible al calor. Por la ausencia de registros cotidianos y uniformes de fallecimientos en 2023, se emplearon recuentos semanales de defunciones de Eurostat.
Un reciente análisis dado a conocer en ‘Lancet Regional Health – Europa’ demostró que la utilización de datos semanales resultaría en una estimación inferior de la cantidad de fallecimientos por calor y presentó una técnica para contrarrestar este error de sesgo.
Al considerar esto, se calcula que hubo posiblemente alrededor de 58.000 fallecimientos debido al calor en 2023 en los 35 países examinados, pero solo mediante una mejora en las bases de datos de mortalidad y al compartirlas con la comunidad científica se podría obtener una estimación más certera.
Evaluar si se ha producido una disminución de la vulnerabilidad al calor en Europa, era uno de los objetivos del estudio, un proceso que comúnmente se interpreta como una adaptación al incremento de las temperaturas.
El mismo tipo de modelo fue ajustado por el equipo a los datos de temperatura y mortalidad de los periodos 2000-2004, 2005-2009, 2010-2014 y 2015-2019. Posteriormente, las temperaturas y las cifras de mortalidad de 2023 fueron introducidas en cada uno de los cuatro modelos para calcular el número de fallecimientos que habrían ocurrido en cada periodo si las temperaturas hubieran sido tan elevadas como en 2023.
Al poner en práctica este enfoque, se estima que de haber ocurrido las temperaturas de 2023 entre 2000 y 2004, el número de fallecimientos relacionados con el calor habría excedido los 85.000, es decir, un 80% más alto que la susceptibilidad al calor entre 2015 y 2019.
Para los individuos de más de 80 años, el número de fallecimientos habría experimentado un aumento considerable, pasando de 1.102 a más de 2.200 muertes vinculadas con las altas temperaturas.
«Los procesos de adaptación de la sociedad a las elevadas temperaturas han quedado en evidencia en nuestros hallazgos durante el siglo actual, disminuyendo de manera significativa la susceptibilidad al calor y la tasa de defunciones de los veranos más recientes, especialmente en la población de mayor edad», indica la investigadora de ISGlobal y autora principal del estudio, Elisa Gallo.
Según Gallo: «Por poner un caso, observamos que a partir del año 2000, la temperatura mínima letal -la temperatura ideal con menor peligro de fallecimientos- ha experimentado un aumento progresivo en promedio en la región, aumentando de 15 grados en 2000-2004 a 17,7 grados en 2015-2019”.
“Esto señala que nuestra resistencia al calor ha aumentado desde principios de siglo, posiblemente debido al avance socioeconómico global, los cambios positivos en el comportamiento personal y las acciones de salud pública, como los programas para prevenir los efectos del calor implementados después del verano extremo de 2003», subraya.
Señala Joan Ballester Claramunt, líder de la subvención Consolidator EARLY-ADAPT del Consejo Europeo de Investigación, que, “en el año 2023, la mitad de las jornadas sobrepasaron el límite de 1,5°C establecido en el Acuerdo de París, observándose en Europa un incremento de temperatura dos veces mayor que el promedio global”.
Aplicar de forma urgente estrategias destinadas a disminuir aún más la tasa de mortalidad durante los veranos más calurosos venideros es necesario, junto con un monitoreo más detallado de los impactos del cambio climático en las comunidades vulnerables. Estas acciones de adaptación deben unirse a los esfuerzos de mitigación llevados a cabo por los gobiernos y la sociedad en general para prevenir la llegada de momentos críticos y puntos de inflexión en las proyecciones de temperatura, declara Ballester Claramunt.
(SERVIMEDIA)
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